Jesucristo, la vida eterna.
Es decir, Jesucristo, como, Melquisedec, la vida humana, que, jamás, tuvo, un inicio, y jamás, puede tener, un final, pues, esa vida, se dedica, a aparecer, y a desaparecer, en el cosmos, un número, de veces, ilimitado.
Javier Rubio Ortín
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