Jesucristo, el Salvador, del mundo.
Es decir, Jesucristo, el dedicado, a vaciar, de personas, el planeta tierra, y a trasladar, a todas esas personas, completamente vivas, a otros, planetas del cosmos, las naves piramidales, o el cielo.
Es decir, Jesucristo, el dedicado, a quitar, el pecado, del mundo (o planeta tierra).
Javier Rubio Ortín
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