Le pido a mi Dios….
Que, varíe, de tal manera, a la felicidad humana, que, en las vidas, de todas, aquellas, personas, creyentes, en la verdad, que conocen, a mi persona, haga aparecer, unos grandes, diamantes piramidales, de gran valor, en una medida, directamente proporcional, a lo que se acerquen, esas personas, al glorioso final, de sus redenciones, sufridas, del mal (95 % de sus redenciones), en el mundo.
Javier Rubio Ortín
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