Reconocer, humildemente, el pecado.
Reconozco, que, he pecado, al ser, un cosmonauta, viajero, libre, por el cielo, y por los universos, del cosmos, que habita, transitoriamente, en el interior tenebroso, del planeta tierra, pero sé, que mi pecado, será limpiado, enteramente, en cuanto, mi persona, termine, de sufrir, en ese mundo, una cierta cantidad, de mal, que cada día, que, pasa, se vuelve, más, y más, pequeña, es decir, mi pecado, es ya, muy pequeño, diminuto.
Javier Rubio Ortín
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