El amor a los enemigos.
Un cristiano, debe, de amar, siempre, a sus enemigos, redimidos, del mal, enteramente, tras terminar de sufrir, en el mundo, una cierta cantidad, de males, y convertidos, por tanto, finalmente, en unos cosmonautas, viajeros, libres, por el cielo, y por los universos, del cosmos.
Y por tanto, un cristiano, debe de orar, a Dios, para que, les mande, males, de todos tipos, a sus enemigos, y de esa manera, esos enemigos, queden redimidos, del mal, lo antes, posible, y puedan huir, del planeta tierra.
Javier Rubio Ortín
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