Dios, libra, de la muerte, a Jesucristo.
¿Cómo?
Pues, dejándolo, 100 % dormido, en el cielo, tras su crucifixión, y haciendo
desaparecer, a su cuerpo físico, del mundo, poco después, en su sepultura, es decir, lo mismo, que, al patriarca, Enoc.
Javier Rubio Ortín
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