Dios, mi enemigo-amigo.

Dios, mi enemigo-amigo.

Mi enemigo, porque, a lo largo, de toda mi vida, me ha mandado, muchos males, para poder, igualarme, en sufrimientos, con Jesucristo.
Mi amigo, porque, me ha protegido, con su poder, de unas grandes cantidades, de mal, que, me hubieran matado, con toda seguridad; me ha enseñado, la verdad; y finalmente, salvará, mi vida, de la muerte, por medio, de la conciliación, de un sueño, plenamente feliz.

Javier Rubio Ortín

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