El amor, a la Iglesia, peregrina de Dios.

El amor, a la Iglesia peregrina, de Dios.

Es, el amor, a una vida humana, que muchas veces, vive, en el cielo, y otras veces, vive, en cambio, en el interior del cosmos, es decir, es el amor, a una vida eterna, humana, que aparece, y desaparece, del cosmos-cielo, un número de veces, ilimitado, de forma potencial.
Y es el amor, a la eterna juventud, humana.
Y es, por tanto, el amor, a una vida humana, vivida siempre, entre, el cielo, y los interiores, de los millones, de ovnis piramidales, o naves de Dios, repartidos, por una gran parte, de todos los exteriores, de todos los planetas del cosmos (Excepto, en los planetas, muy blandos).
Es, por tanto, el amor, a una vida humana, viajera, por todo el cosmos (Excepto, por el cosmos, más blando), que, aunque, es viajera, por todo el cosmos, no recorre, jamás, ninguna distancia espacial, en todos esos viajes.

Javier Rubio Ortín

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