El evangelio, sin un gran premio, final.
No es, una obra de Dios, sino, que es, más bien, una obra, del planeta tierra (o diablo).
Si Pablo de Tarso, no hubiera tenido, como, premio, final, a su carrera, en el mundo, su inmortalidad, Pablo de Tarso, jamás, se hubiera hecho, un apóstol, de Jesucristo.
Y lo mismo, s. Pedro, s. Juan, y todos, los demás, apóstoles, de Jesucristo.
S. Pedro, se dejó crucificar, sabiendo, que en lugar, de morirse, su persona, se iba, a dedicar, desaparecer, y aparecer, en el cosmos, un número de veces, ilimitado.
Javier Rubio Ortín
Be First to Comment