Hace, diez mil años…
Existía, una Iglesia peregrina, de Dios, potencialmente, viajera, libre, eterna, inmortal, por el cielo, y por todo el cosmos, por medio, de los ovnis piramidales, que, desconocía, por completo, a los interiores tenebrosos, de los planetas del cosmos.
Y hace, cincuenta mil, cien mil, dos cientos mil, quinientos mil, un millón, un billón, o un trillón, de años…
Pues existía, esa misma Iglesia, peregrina, de Dios, potencialmente viajera, libre, por el cielo, y por todo el cosmos, por medio, de los ovnis piramidales, que desconocía, por completo, a los interiores tenebrosos, de los planetas del cosmos.
Y tras, el final próximo, del mundo…
Pues, volverá a existir, de nuevo, esa Iglesia, peregrina, de Dios, potencialmente viajera, libre, eterna, inmortal, por el cielo, y por todo el cosmos, por medio, de los ovnis piramidales, que, ya no recordará, nada, en absoluto, a los interiores tenebrosos, de los planetas del cosmos.
Y dentro, de cincuenta mil, cien mil, doscientos mil, un millón, o un trillón de años, pues, continuará existiendo, esa misma, Iglesia, peregrina de Dios, potencialmente viajera, libre, eterna, o inmortal, por medio, de los ovnis piramidales, que desconocerá, por completo, a los interiores tenebrosos, de los planetas del cosmos.
Javier Rubio Ortín
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