Jesucristo, desaparece, del planeta tierra.
No, en la misma cruz, como lo deseaba, el Padre, sino, poco después, en su sepulcro.
Y por tanto, durante, tres días, y tres noches, no existe, en el planeta tierra, ningún rastro, de la presencia, de la persona, de Jesucristo, ni viva, ni muerta.
Es decir, un Jesucristo, completamente vivo, pero, tragado, por el gran pez, lo mismo, que, Jonás, durante, tres días, y tres noches.
Y al tercer día, de todo esto, la persona, de Jesucristo, aparece, de nuevo, en el planeta tierra, y se muestra, a sus discípulos, es decir, el gran pez, vomita, a la persona, de Jesucristo, en el mundo, lo mismo, que, a Jonás.
Pues bien, millones, y millones, de personas, de todo el mundo, a lo largo, de veinte siglos, también, desaparecen, del planeta tierra, en sus tumbas, es decir, lo mismo, que la persona, de Jesucristo.
Javier Rubio Ortín
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