La inmortalidad, por medio, del evangelio.
La persona, que comulga, en Misa, al menos, una sola vez:
Se salva, conquista, su vida eterna, vive, para siempre, y por tanto, no se convierte, en un cadáver, jamás, es decir, no se muere, jamás, se cura, todas, sus enfermedades, y como, el mismo, Jesucristo, se dedica, por tanto, a desaparecer, y a aparecer, en el cosmos (Libertad de Cristo), un número, de veces, ilimitado, dentro, de una vida, eternamente, joven.
Javier Rubio Ortín
Be First to Comment