La muerte, de cualquier persona, una abominación, que, Dios, aborrece.

La muerte, de cualquier persona, una abominación, que, Dios, aborrece.

¡¡¡Efectivamente!!!
El poder protector, de Dios, ha servido, siempre, sirve, y servirá siempre, para que, ninguno, de sus cosmonautas, muera, en el planeta tierra.

Jesucristo:
«Orad a Dios, que vuestras huidas, del planeta tierra, se produzcan…»

Javier Rubio Ortín

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