La infelicidad, de la vigilia humana.
Si una persona, permaneciera, despierta, a la vigilia, de una forma indefinida, la felicidad, de esa persona, sería, cada vez, menor, y por tanto, el porcentaje de gases, de esa persona, se haría, cada vez, más grande, hasta que, esa persona, se reblandecería, más, y más, debido a su gran cantidad de gases, acumulada, convertida finalmente, en un cadáver, totalmente blando, tras sufrir, un cáncer, un infarto, una infección, o cualquier otra enfermedad.
Pero, como, esa persona, se duerme, todo este proceso, hacia el reblandecimiento total, de esa persona, queda frenado, por el endurecimiento, del que se goza, esa persona, gracias a su sueño.
Es decir, si la vigilia, es un reblandecimiento humano, el sueño, es, todo lo contrario, es decir, el sueño, es un endurecimiento humano.
De manera, que, una persona, solo se envejece, si su reblandecimiento, de la vigilia, es más grande, que su endurecimiento, onírico.
Porque, si una persona, se endurece, mientras duerme, en una medida mayor, a lo que se reblandece, mientras está despierta a la vigilia, esa persona, en lugar de envejecerse, se vuelve, cada vez, más joven.
Si una persona, se endurece, mientras duerme, de tal manera, que se convierte, en un diamante puro, invisible a los ojos humanos, esa persona, se vuelve inmortal, como, el diamante, o la felicidad máxima.
Javier Rubio Ortín
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