Oración a Dios.
Le pido, a mi Dios, que, aborrece, infinitamente el mal, que, por medio, de su poder, a mi persona, le suceda, siempre, y de continuo, lo que le sucedería, potencialmente, si mi persona, viviera, cobijada siempre, dentro de la pirámide de Guiza, o cobijada siempre, dentro de un diamante gigante…
Es decir, que, por medio, de su poder, desde ahora, mi persona, en lugar de tender a convertirse, toda ella, en un cadáver, tienda a convertirse, toda ella, en un mineral.
Javier Rubio Ortín
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