Todas, las enfermedades humanas, unas obras, del diablo.
Es decir, todas, las enfermedades humanas, unas obras, exclusivas, del interior tenebroso, del planeta tierra.
Y la salud, y la inmortalidad, una obra, de Dios.
Y por tanto, todas, las enfermedades humanas, deben, de ser transmutadas, en salud, y en inmortalidad, por medio, del poder de Dios.
Javier Rubio Ortín
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