Un persona, asexuada, un hombre, y una mujer.
Son, unos sueños, humanos, con unos diferentes, argumentos, pero, con una misma, dignidad, común.
Pero, si la vida humana, se ve sometida, al mal, del interior tenebroso, del planeta tierra, entonces, las vidas, de los hombres, y las vidas, de las mujeres, se ven, sometidas, al mal, y por tanto, las vidas, de los hombres, y las vidas, de las mujeres, en este caso, se vuelven, desiguales, e imposibles, de igualar.
Es decir, es, el mal, del interior tenebroso, del planeta tierra, el que vuelve, desiguales, en dignidad, a los hombres, y a las mujeres.
Javier Rubio Ortín
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