Una visita, a un cementerio.
Lo primero, que, se debe, de hacer, es, el preguntarle, al sepulturero, de ese cementerio, que:
¿Cuántos, cadáveres humanos, existen enterrados, en las tumbas, de ese cementerio?
Porque, si Dios, ha actuado, en ese cementerio, lo habrá dejado, a ese cementerio, sin ningún cadáver humano, en sus tumbas.
El único contenido real, de este artículo: Diversas formas, de la felicidad humana.
Javier Rubio Ortín
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