Desaparecidos, en sus tumbas…
…Y vueltos a aparecer, de nuevo, en ese mismo cosmos, completamente rejuvenecidos…
Millones, y millones, de personas anónimas, de todo el mundo, a lo largo, de veinte siglos, imitadoras, en todo, de la persona, de Jesucristo.
Millones, y millones, de personas, inscritas en el Libro de la Vida (Eterna), como, el mismo Jesucristo.
Javier Rubio Ortín
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