El evangelio, totalmente, tenebroso.
Es, todo lo contrario, a la verdad.
Pues, en este evangelio, tenebroso, no se sabe, absolutamente, nada, de nada.
Es decir, no se sabe, cual es, la naturaleza, de Dios.
No se sabe, lo que es, el bien, ni se sabe, lo que es, el mal.
No se sabe, lo que es, la justicia de Dios.
No se sabe, lo que es, la Iglesia, peregrina de Dios, por el cosmos.
No se sabe, lo que es, el cielo.
No se sabe, lo que, son, la pureza, y la impureza.
No se sabe, lo que es, el infierno.
No se sabe, lo que es, una persona, santa.
No se sabe, lo que es, la salvación, de una persona.
No se sabe, lo que es, la redención del mal, o redención-liberación, del pecado, de una persona.
No se sabe, lo que es, el mundo, su comienzo, y su final.
No se sabe, lo que son, los universos (Moradas), del cosmos.
No se sabe, lo que es, la vida eterna, de una persona.
No se sabe, lo que son, las resurrecciones, de los muertos.
No se sabe, lo que es, el espíritu humano, felicidad, o pensamiento humano.
No se sabe, que enseña, a las personas, el Espíritu Santo.
No se sabe, que, Dios, posee, millones, de ovnis.
Y como, en este evangelio, tenebroso, no se sabe, nada, de nada, pues, cada cual, puede elegir, libremente, lo que desea, creer, de manera, que hay, tantos evangelios, diferentes, como, personas, diferentes.
Javier Rubio Ortín
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