La sexualidad, sin excrementos, y sin orines.
Es, la sexualidad humana, natural.
Es, la sexualidad humana, 100 %, obra, de Dios, y 0 %, obra, del diablo.
Es, la sexualidad humana, eterna, o inmortal.
Es, una sexualidad, que no genera, jamás, ni ascos, ni miedos, ni odios, ni vergüenzas.
Es, una sexualidad humana, que, no sabe, lo que es, el sufrimiento, o mal, y por tanto, es, una sexualidad, que es imposible, que genere, jamás, ni homosexualidad, ni bisexualidad.
Javier Rubio Ortín
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