Dios, el que transmuta, a todos, los cuerpos humanos…

Dios, el que transmuta, a todos, los cuerpos humanos…

Es decir, Dios, el que, transmuta, a los cuerpos, de todos los ancianos, del mundo, decrépitos, ciegos, paralíticos, con cánceres incurables, con infartos, con Alzheimer, en los cuerpos, de unos jóvenes, de veinte años, llenos de salud, y llenos de vida, tripulantes, de los ovnis piramidales.

¿Cómo, de que, manera?
Pues, durmiendo, a esos ancianos, muy profundamente, y volviéndolos, invisibles a los ojos humanos, de forma transitoria, como, al patriarca Enoch, o como a mi madre anciana.
¿Para qué?
Para que, ninguna persona, muera jamás, es decir, para que, todas las personas, seamos jóvenes, para siempre.

Javier Rubio Ortín

Be First to Comment

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *


dos × 6 =