Jesucristo, el salvador, de vivos, y muertos.
Y por tanto, nunca, nunca, nunca: “Jesucristo, el juez, de vivos, y muertos”.
Porque, Jesucristo, no vino, al mundo, a juzgar, a ese mundo, sino, a salvar a ese mundo, a las naves de Dios.
Jesucristo:
“¿Quién, me ha nombrado, el juez o partidor, de vuestros asuntos mundanos?”
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